El lanzador J. R. Richard, de los Astros de Houston.
El 4 de agosto de 2021, falleció en la ciudad de Houston, el gran
lanzador James Rodney Richard, a la edad de 71 años.
J. R. Richard nació el 7 de marzo de 1950, en la ciudad de Viena, Los Ángeles
(U.S.A.). Su estatura era de 2.03 metros y pesaba aproximadamente unos 100 kilos.
Debutó en las Grandes Ligas, el 5 de septiembre de 1971.
Jugó en las Mayores con: Los Astros de
Houston (1971-1980).
Sus números de por vida en las Grandes Ligas: 10 temporadas, 238 partidos jugados, 107 victorias, 71 derrotas,
porcentaje de victorias/derrotas de .601, 76 juegos completos, 19 blanqueos,
1.606 innings lanzados, 770 boletos otorgados, 1.493 ponches propinados,
dejando una efectividad de 3.15. Lucía en su camiseta el número 50.
El espigado, poderoso, dominador e intimidante lanzador J. R. Richard
dejó un gran recuerdo por sus inmensas facultades que le hicieron brillar a
mitad de la década de 1970´s.
En esos años y en 1980 estuvo demostrando una fortaleza en sus envíos
promediando las
Desde temprana edad, fue catalogado como un promisorio deportista,
destacando en el fútbol americano, basketball y béisbol.
En la Ligas Menores, el 28 de agosto de 1970, J. R. Richard, con el
Cocoa, lanzó 7 innings sin permitirle hits al equipo Daytona Beach, en triunfo,
2-0. En 1971, igualó una marca de la American Association, al lanzar 3
blanqueos en la campaña, con los Oaklahoma City 89ers.
Algunas de sus Actuaciones en las Grandes Ligas
Dos grandes y poderosos pitchers de la historia del béisbol de las Grandes Ligas: J. R. Richard y Nolan Ryan, compañeros de equipo con los Astros de Houston. En 1979, ambos lanzadores fueron líderes en ponches, J. R. Richard en la Liga Nacional y Nolan Ryan en la Liga Americana.
El 5 de septiembre de 1971, en su debut y primera apertura en las
Mayores, ante los Gigantes de San Francisco, J. R. Richard ponchó a 15
bateadores, llevándose su primera victoria en la Gran Carpa, en el Candlestick
Park. Su labor fue de 9 innings lanzados, 3 carreras permitidas (2 limpias), 3
boletos otorgados, dejando su efectividad en 2.00. Los Astros ganaron 5-3.
Entre los años de 1976 y 1979 promedió más de 18 victorias por
temporada.
El 21 de abril de 1976, en el Astrodome, J. R. Richard, de los Astros de
Houston, lanzó un blanqueo de 10 innings, frente a los Dodgers de Los Ángeles,
conquistando el triunfo, 1-0.
El 6 de julio de 1976, en el Astrodome, J. R. Richard, de los Astros de
Houston, lanzó un blanqueo de 10 innings, ante los Mets de Nueva York,
llevándose la victoria. Los siderales ganaron 1-0.
Esa temporada, J. R. Richard ganó 20 y perdió 15 encuentros, dejando una
efectividad de 2.75.
El 17 de septiembre de 1977, en el San Diego Stadium, J. R. Richard,
lanzó otro blanqueo, de 9 innings, ante los Padres de San Diego, permitiendo
solamente 3 hits, otorgando 3 boletos y ponchando a 10 bateadores. Los Astros
ganaron 10-0.
J. R. Richard finalizó la campaña con 18 triunfos y 12 derrotas, dejando
una efectividad de 2.97. Fue el líder en victorias (18), juegos completos (13), innings lanzados (267.0) y ponches (214) de los Astros de Houston.
El 11 de abril de 1978, J. R. Richard en el Astrodome, blanqueó a los
Dodgers de Los Ángeles, dejándolos en 2 hits, para vencerlos 1-0.
El 15 y 20 de mayo de 1978, J. R. Richard lanzó 2 blanqueos
consecutivos. El primero, en el Astrodome, para ganar 5-0, dejando en 2 hits a los
Filis de Filadelfia; el segundo, en el mismo estadio, frente a los Bravos de
Atlanta, para ganarles 13-0, dejándolos en 4 hits.
El 19 de septiembre de 1978, J. R Richard ponchó a 11 bateadores de los
Bravos de Atlanta, estableciendo un récord de ponches para una temporada, para
un lanzador derecho en la Liga Nacional, terminando la temporada con 303
struck-outs.
Esa temporada, J. R. Richard ganó 18 y perdió 11 juegos, dejando una
efectividad de 3.11.
El 10 de abril de 1979, en el Astrodome, J. R. Richard estableció un
récord de 6 lanzamientos salvajes (Wild-Pitches) en un partido. El hecho
ocurrió contra los Dodgers de Los Ángeles, en partido que ganaron los Astros,
2-1. El joven receptor de los siderales era Bruce Bochy, quien fue
posteriormente un destacado manager de Grandes Ligas. Richad lanzó completo,
los 9 innings, permitiendo 1 carrera limpia, otorgando 4 boletos y ponchado a 13
contrarios, dejando su efectividad en 1.26.
El 30 de junio de 1979, en el San Diego Stadium, J. R. Richard lanzó
otro blanqueo, de 3 hits, a los Padres de San Diego, para derrotarlos 3-0.
El 3 de agosto de 1979, en el Astrodome, J.R. Richard ponchó a 15
bateadores de los Bravos de Atlanta, permitiendo 1 carrera (limpia), 6 hits,
con 3 boletos otorgados, dejando su efectividad en 3.66.
El 27 de agosto de 1979, en el Estadio Olímpico, J. R. Richard tiró "las
nueve arepas" a los Expos de Montreal, llevándose la victoria, 3-0,
dejándolos en 2 hits y propinando 12 ponches.
Del 29 de julio al 6 de septiembre de 1979, J. R. Richard, lanzó 9
juegos completos, obteniendo 8 victorias y 1 derrota, la efectividad la bajó
para ese periodo de
El 21 de septiembre de 1979, en el Astrodome, J. R. Richard ponchó a 15
bateadores de los Rojos de Cincinnati, para irse sin decisión, después de
lanzar 11 innings, permitiendo 2 carreras (limpias), 7 hits, 1 cuadrangular
(Ray Knight), 1 boleto, dejando su efectividad en 2.87. Fue un duelo de
pitchers. Por los Rojos, lanzó Tom Seaver, los 9 innings, con el partido
igualado a 2. El partido lo ganaron los Astros, 3-2, en 13 innings. El pitcher
derrotado fue Tom Hume.
La temporada de 1979, terminó Richard con récord de 22 victorias, 16
derrotas, dejando su efectividad de carreras limpias permitidas en 2.71, siendo
líder en el viejo circuito, extendiendo su propia marca de ponches conquistada
en
La campaña de 1980, integró una de las mejores rotaciones de lanzadores
con los Astros de Houston: J. R. Richard, Nolan Ryan, Joe Niekro, Ken Forsch,
el dominicano Joaquín Andujar y Joe Sambito, entre otros.
El 19 de abril de 1980, J. R. Richard lanzó un blanqueo de un hit frente
a los Dodgers de Los Ángeles, venciéndolos 2-0, alcanzando su victoria número
13 contra el equipo. El único indiscutible se lo bateó Reggie Smith. Richard
dio 3 boletos y ponchó a 12 bateadores, dejando su efectividad en 0.82. El
picher derrotado fue Bob Welch.
Del 31 de mayo al 11 de junio de 1980, J. R Richard lanzó 3 blanqueos
consecutivos, 2 de 3 hits ante los Gigantes de San Francisco y uno de 6 hits,
ante los Cachorros de Chicago. Su efectividad quedó en 1.50.
En 1980, tuvo récord de 10 victorias y 4 derrotas, con una efectividad
de 1.90, lo que lo llevó a ser el abridor de la Liga Nacional en el Juego de
las Estrellas, celebrado el 8 de julio de 1980, en el Dodger Stadium, de la
ciudad de Los Ángeles. Lanzó 2 innings, no permitió carreras, le conectaron 1
hit (Bucky Dent), otorgó 2 boletos (Rod Carew y Ben Oglivie) y ponchó a 3
bateadores (Reggie Jackson, Carlton Fisk y Steve Stone). No tuvo decisión. Fue
su único Clásico de Mitad de Temporada y compartió ese día con el grande-liga
venezolano, David Concepción. La Liga Nacional derrotó a la Liga Americana,
4-2. Jerry Reuss se llevó la victoria, en tanto que Tommy John, fue el pitcher
perdedor.
Su último partido en la Gran Carpa, fue el 14 de julio de 1980, en el
Astrodome de Houston, ante los Bravos de Atlanta, lanzando 3.1 innings, sin permitir
carreras, le conectaron 1 hit, otorgó 1 boleto y ponchó a 4 bateadores. No
obstante, cayeron derrotados los Astros 2-0. El pitcher ganador fue el
nudillista Phil Niekro y el derrotado Gordie Pladson.
Se retiró el 30 de julio de
J. R. Richard estaba calentando brazo con su compañero de equipo y
amigo, Wilbur Howard, cuando sufrió el colapso; Richards sintió náuseas y debilidad,
y se acostó en el terreno, siendo atendido. Lo llevaron en camilla, para introducirlo directamente a una ambulancia, en el propio campo de juego, para llevarlo a una clínica. Un coágulo en el cerebro le había
paralizado su hombro de lanzar y todo el lado izquierdo de su cuerpo. Tuvo que
ser operado y mediante terapias, logró recuperar movilidad en su brazo y pierna
izquierda, aunque sufrió de parálisis facial, que le dificultaba el habla.
Richard intentó regresar y corría
Richard aceptó su condición, decidiendo retirarse del béisbol. El
lanzador expresó: "Ya no soy amargo. Fue una decisión de Dios".
Su vida fue dura. Luego, de dos matrimonios y malas inversiones, su
situación económica se agravó, perdiendo su casa y teniendo que dormir en la
calle. Se hizo Ministro de la Iglesia y trabajó para establecer programas de
béisbol para niños, en Houston.
Algunos de sus Logros en las Grandes Ligas:
En su debut, ponchó a 15 bateadores de los Gigantes de San Francisco
(5/9/1971).
Ganador de 20 juegos como Pitcher (1976).
Porcentaje de Fildeo de 1.000 (1977).
Primer lanzador derecho en el Siglo XX en ponchar a 300 o más bateadores
en una temporada en la Liga Nacional (1978).
Designado "Jugador de la Semana" del 21 de mayo (1978).
Primer lanzador derecho en el Siglo XX en ponchar a 300 o más bateadores
en dos temporadas consecutivas en la Liga Nacional, con 303 y 313 (1978 y 1979).
Líder en Efectividad de la Liga Nacional, con 2.71 (1979).
Designado Mejor Pitcher de la Liga Nacional (1979).
2 veces Líder en Ponches Propinados, de la Liga Nacional: 303 (1978) y
313 (1979).
3 veces Líder en Boletos Otorgados de la Liga Nacional: 138 (1975), 151
(1976) y 141 (1978).
3 veces Líder en Lanzamientos Salvajes de la Liga Nacional: 20 (1975),
16 (1978) y 19 (1979).
Estableció un récord de 6 Lanzamientos Salvajes en un partido (10/4/1979).
Miembro del Salón de la Fama de los Astros de Houston (2019).
El excelente pitcher J. R. Richard saluda al público presente durante el acto de exaltación al Salón de la Fama del Béisbol de los Astros de Houston, el año 2019.
En toda su carrera, J. R. Richard permitió solamente 73 cuadrangulares,
de 50 jugadores, 20 en casa y 53 en la carretera. Entre ellos, los únicos
venezolanos que logaron batearle de jonrón, fueron David Concepción (2), ambos
en el Riverfront Stadium (2/7/1976 y 6/5/1979), uno por el jardín izquierdo y
otro por el central, respectivamente; y Jesús Marcano "Manny"
Trillo (1), en el Wrigley Field (1/9/1978), por el jardín izquierdo. Los
bateadores que más cuadrangulares le conectaron fueron, con 4: Willie McCovey,
Joe Morgan y Rick Monday.
Curiosamente, el primer cuadrangular recibido por J. R. Richard se lo
dio abriendo un partido, Pete Rose, el 11 de septiembre de 1971, en el
Riverfront Stadium, por el jardín derecho.
Sus Managers en las Grandes Ligas fueron: Harry Walker (1971-1972), Salty Parker (1972), Leo Durocher
(1972-1973), Preston Gómez (1974-1975) y Bill Virdon (1975-1980).
Sus compañeros de equipo con los Astros de Houston fueron: Joe Morgan, César Cedeño, José "Cheíto" Cruz, Bob Watson, Jim Wynn, Jesús Alou, John Mayberry, César Gerónimo, Jesús Alou, Lee May, Tommy Helms, Milt May, Greg Gross, Larry Milbourne, Doug Rader, Roger Metzger, Wilbur Howard, Enos Cabell, Rob Andrews, Art Howe, Joe Ferguson, Terry Puhl, Cliff Johnson, Luis Pujols, Denny Walling, Rafael Landestoy, Dave Bergman, Bruce Bochy, Alan Ashby, Craig Reynolds, Jeffrey Leonard y los lanzadores Nolan Ryan, Don Wilson, Jerry Reuss, Jack Billingham, Ken Forsch, Larry Dierker, Dave Roberts, Claude Osteen, Joe Niekro, Joaquín Andujar, Joe Sambito, Floyd Bannister, Vern Ruhle y Dave Smith, entre otros.
A continuación quiero compartir con los lectores, un interesante trabajo escrito por Mark Ribowsky, sobre la vida del espigado y gran lanzador, J. R. Richard, publicado por la revista venezolana "Deportes" que espero disfruten:
J. R. Richard: El Pitcher que hace temblar a los bateadores
Por: Mark Ribowsky
Dos gráficas del espigado J. R. Richard en la lomita, lanzando por los Astros de Houston. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
James Rodney Richard el lanzador derecho brutalmente intimidante de los
Astros de Houston, está sobre sus manos y rodillas cuando lo saludo en el
estacionamiento del Astródomo de Houston. Es una tarde fría y ventosa de septiembre,
y Richard que ha estado ayudando a su compañero de equipo Wilbur Howard a fijar
su motor home, se da vuelta con una llave en la mano y se levanta lenta,
majestuosa y atemorizante hasta que corona sus dos metros cuatro centímetros de
altura sobre la tierra, más alto que
cualquier otro en el béisbol. Mirándome hacia abajo, pregunta: ¿Cuánto tiempo
lleva aquí?. Le digo que un par de horas. Ironiza. "Lleva bastante
aquí", dice.
Richard parece cansado. Su largo y adusto rostro está demacrado y hay círculos
alrededor de sus ojos. Su voz, profunda y teñida con un ligero arrastre, a veces
se hace apenas audible. Sus maneras son inseguras, pero se lo atribuyo a la
temprana hora, dado que había oído que él era un individuo grande y amistoso
que sabía que era bueno y no le importaba declararlo. ¿Y por qué no? Hasta
comienzos de este año él había ganado 79 juegos y perdido sólo 54, afanándose
por un equipo que ha jugado pelota de .500 sólo una vez en los cuatro años
completos en que él ha sido abridor regular. Richard ganó más juegos en los últimos
tres años (56) que cualquier otro lanzador derecho en la Liga. El año pasado se
convirtió en el primer lanzador derecho de la Nacional en ponches más de 300
bateadores desde 1900.
Richard es la clase de pitcher que hace cosas en abundancia. Poncha a un
montón de bateadores, le da base por bolas a un montón (141 el año pasado,
segundo tras los 148 de Nolan Ryan) y asusta hasta la muerte a todo el mundo, Joe
Morgan dijo una vez que Richard era el único pitcher al que él temía físicamente.
El miedo está por supuesto, bien fundado: lanzó no menos de 12 pelotas incontrolables
—y un récord de seis en un juego— en sus cuatro primeras aperturas esta
temporada. Pero Richard también puede lanzar su pelota rápida de
Mientras Richard manipula un acoplamiento en el camión, explica que "después
de un juego algunos de los muchachos organizaron una fiesta de cumpleaños para
mí. No pudieron hacerlo un par de semanas atrás (cuando cumplió 29) así que lo
hicieron la otra noche". Ríe. “No fue nada malo". Pregunto
por un toque de queda. "No lo tenemos. Si lo tuviéramos, habría establecido
uno nuevo esa noche".
Una vez fijado el camión, Richard llama a Howard: "Me voy a desayunar.
Te encuentro en el restaurant". Momentos después, irrumpe en la
cafetería del hotel con un audible gruñido. Ordena tres huevos fritos y le
susurra algo a una rubia camarera que la hace reír entre dientes.
Le pregunto si volvería a predecir una temporada de 30 victorias. Responde entre mordiscos y pausas interminablemente largas. "Yo nunca dije que iba a ganar 30. Dije que me gustaría ganar 30, que podría ganar 30. Establezco mis objetivos más alto que ningún otro porque soy ambicioso. No quiero estar satisfecho con simplemente ser bueno. Mucha gente hace eso, no yo. Mis objetivos corresponden a mi capacidad y a mi determinación, y ambas son muy altas. Pero para ganar 30 tengo que estar con el club correcto”.
¿Está diciendo que los Astros son el club equivocado para usted?
"No... por el club correcto quiero decir uno que haga las cosas bien,
y eso puede ser cualquier equipo. Hasta este año no habíamos hecho eso, no habíamos
ganado los juegos que deberíamos haber ganado, no jugamos con todo nuestro
potencial. Tal vez faltó algo de emoción de parte de unas pocas
individualidades. Pero este año tenemos algunos muchachos ambiciosos".
Richard perdió ocho juegos el año pasado en los cuales los Astros no
anotaron más de dos carreras. Cuando los números salen, se encogió de hombres. "No
puedo hacer nada por ello. Uh-uh, no estoy furioso con eso. Tengo mi trabajo,
los demás tienen el suyo”.
Su contrato vence el próximo año, ¿tienes deseos de ir a otro club?
"Uh, uh. Conseguí un abogado —Tom Reich, el tipo que tiene Dave
Parker. Pensará por mí sobre eso, hablará con el club, hará lo que sea
necesario. Pero ahora mismo me gusta aquí. Me siento cómodo, feliz”.
Justo entonces, Howard, todavía con la camisilla grasienta que cargaba
antes, se sienta a la mesa. Se me había dicho qua era el amigo más íntimo que
Richard tenía en el club, así que le pregunto si tiene algunas historias sobre
el gran lanzador derecho. Un hombre de rostro blanco con grueso bigote. Howard
no levanta la vista del menú mientras murmura: "No, historias
no...Nosotros hacemos cosas... pero nos gusta la privacidad".
Viéndome no llegar a nada con Howard, Richard se reanima un poco. "Wilbur
es bastante silencioso", digo Ja. "Debieras verlo a la noche
cuando tiene un jarro de Ripple en las venas. No se puede quitar el
picante". Howard simplemente observa.
Quince minutos más tarde los tres nos dirigimos en el Thunder-bird de
Richard al parque donde los Astros van a jugar y más tarde enfrentar a los
Bravos de Atlanta.
El puertorriqueño José "Cheíto" Cruz baluarte de los Astros de Houston, compañero de J. R. Richard. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
Cuando los Astros salen del vestidor —que el manager Bill Virdon ha vedado a la prensa— y hacen calistenia, Richard comienza a emitir grandes risas falsas, quejas y chirridos que convulsionan de risa a los otros Astros. Luego, durante los ejercicios de estiramiento se burla del outfielder José Cruz con una jerga doble que suena como español. Cuando termina el calentamiento, Richard se dirige lentamente al montículo para lanzar en práctica de bateo. Comienza lanzando fácilmente, pero la pelota así y todo llega al guante del catcher con un crujido. Gradualmente los movimientos de Richard hacen más plenos, más deliberados y fluidos. Después de su comienzo sin girar del brazo, un paso atrás, su pierna izquierda patea alto. Su espalda se arquea y su cuerpo brinca a la izquierda con su envío, de forma que puede lanzar casi directamente por sobre la cabeza. Su brazo parece moverse casi desde la tierra y su ritmo aumenta con cada lanzamiento. Richie Hebner (ahora con los Mets de Nueva York) una vez dijo que casi podía oler el aliento de Richard cuando le lanzaba. Puedo explicarme por qué: cuando suelta la bola a una distancia de dos pies de su rostro y sale del montículo como un enorme oso, parecería como si estuviera justo encima del plato. La pelota es sólo una pequeña mancha blanca emergiendo por un segundo de una maciza sombra.
"Le diré algo: me dijo una vez Bob Watson, veterano primera base,
ahora en Boston. No bombea en práctica de bateo, pero aun así usted nunca
conseguirá que yo salga frente a él. Nunca tuve práctica de bateo frente a él. Tengo
una familia en la que pensar".
El relevista Joe Sambito, oyendo la charla, se nos acerca. "Esa
es la verdad", dice. "Conozco un jugador Dodger que me dijo que
un montón de Dodgers prefieren salir con falsas lesiones antes que enfrentar a J.
R. —y usted no creería los nombres. Lo sé por mí mismo. Veo a tipos que nunca
le tiran el bate al primer lanzamiento y que siempre lo hacen contra J. R.
Le hacen lanzamiento de caridad, sólo para no quedarse allí. Este miedo es una
ayuda para el pitcher y con Jay eso significa que tiene un medio pie extra de espacio
de error que ningún otro pitcher tiene; puede cometer más errores porque nadie
se va a arriesgar".
Watson continuó hablando: "Cierta vez estaba hablando con Dave
Parker sobre J. R. antes de un juego. Dijo que uno tiene una tendencia a lanzar
el bate más rápido a causa de ese miedo. Uno sabe que no puede esperarse otra cosa
que una bola rápida —el cerebro no te dejará por el miedo. Por eso es que es
tan mortificante para un tipo cuando Jay suelta esa slider suya".
"Porque se dirige a ti tan rápido como la suya", dice Sambito. "Nadie lanza una pelota rompedera tan
duro como J. R., y lo peor de todo es que controla la maldita cosa todo el
tiempo".
"Me sorprendí el año pasado que sólo daba base por bolas a un tipo
en como cuatro o cinco juegos", agregó Watson. "Quiero
decir, él ponchó a 303, pero fácilmente pudieron ser 403. Algunos tipos
consiguieron un pedacito de bola con dos strikes, bateando defensivamente".
Incluso ahora, lanzando práctica de bateo, la intensidad de Richard es
intimidante. Su boca parece firmemente cerrada en determinación, las esquinas
hacia abajo en una especie de ceño desafiante. Su pesada respiración suena como
un gruñido gutural. El sudor brota de su piel como si tuviera una manguera
dentro.
Enos Cabell dice, "J. R. no es la persona más agresiva —Si lo fuera incluso sería mejor, porque a veces se mete en problemas perdiendo algo de su concentración". "Tengo la impresión que Richard tiene un montón de emociones en conflicto", dije. "Esperaría la intensidad, el apasionamiento, pero no la inseguridad". "Aun así, usted debe entender que Jay (James) es un tipo muy básico", dice Cabell. "Es un muchacho del campo, un lector de la Biblia. No está acostumbrado a la presión, las críticas o la gente metiéndose con él, es digamos, ingenuo, un poquito". "También", agrega, "piense de ello en esta forma: si usted estuviera 6-8 y tuviera su pelota rápida, ¿no sería duro tratar de vivir a todo su potencial? J. R. nunca será capaz de sentir como si lo hubiera hecho a lo largo de todo el camino".
Después de la práctica de bateo, Richard se ducha y regresa al Hotel para descansar. Richard aún no se ha abierto. Parece distraído. Le pregunto si hay algo en su mente.
Una larga pausa. "Bueno, se lo diré. Soy escéptico respecto a
los reporteros. No me gusta hablar con ellos".
Le recuerdo que cuando lo llamé fue él mismo quien me dijo que viniera
al Astródromo. "Sé que lo hice", dice. “Pero usted
me lo pidió. Y no voy a impedírselo".
"Simplemente estoy diciendo que soy cuidadoso, porque he visto a reporteros
escribir cosas personales, usándolo a uno para llegar a otra gente. Por eso es
que no me comprometo con mucha gente, incluso en el club; no quiero causarle
problemas a nadie, así que me quedo para mí mismo".
Las raíces de la independencia de Richard —y los mecanismos internos de su psique— pueden ser halladas en su pasado. Nacido en un pequeño poblado de Lousiana llamado Viena —"era una pequeña ciudad mayormente blanca; ellos no me conocían, no querían conocerme, así que siempre dije ser de Ruston después que me convertí en alguien" —su padre era un obrero de aserradero. "La familia (una hermana, cuatro hermanos) no necesitaba dinero de mí, pero trabajé todo el tiempo —simplemente porque quería. "Simplemente no quería se me dijera qué tipo de zapatos debía usar, quería comprármelos yo mismo. El sentimiento más grande de mi vida fue conseguir mi primera bicicleta, porque podía salir al campo y jugar pelota en las pasturas del ganado.
Luego conseguí mi primer carro un viejo Biscayne cuatro puertas que humeaba como el infierno. Significó que podía ir a donde quisiera, un mundo todo para mí". Una amplia sonrisa. "Y un asiento trasero".
El temible lanzador J. R. Richard disponiéndose a lanzar. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
Después de un rato le pregunto si cree ser el mejor lanzador del béisbol. "Nunca digo eso, dejo que otros lo digan por mí", dice. "Pero, para mí, estoy en el juego para ser el número 1. No puedo sentirme satisfecho con menos. Ser N° 1 es fantástico, es lo más grande del mundo". "Creo que estoy cerca a ese punto, si es que aún no he llegado, porque mi instinto de dominio es mayor que el de la mayoría de la gente. Ese es el mismo instinto que Rusia y los Estados Unidos tienen en la carrera de armamentos, excepto que no lo uso para herir a nadie. Quiero dominar al béisbol, no a la gente. Un montón de gente quiere eso, pero no quieren poner el trabajo, sufrir, sacrificarse para hacerlo. Corro más de lo que cualquier pitcher ha corrido nunca. Yo me mato. Ser el mejor requiere eso. He hecho ese pacto conmigo y con Dios".
Richard alega que demoró en llegar a las Grandes Ligas a causa del
racismo, experiencia que él dice, Jimmy Wynn y Joe Morgan también sufrieron.
Cuando una vez le preguntamos sobre el tema a éste dijo: "Posiblemente
el racismo fue una razón al comienzo, pero no puedo tragarme que ellos
mantuvieran abajo a un superpitcher por cuatro años a causa de ello. Yo estaba
ahí. Wynn estaba ahí. Morgan estaba. Don Wilson y César Cedeño también. Creo
que él hubiera podido subir antes, pero el hecho es que J. R. necesitaba un
montón de trabajo esos años".
Esa parte, al menos, es verdad. "Hasta el año 1974 o 1975. J. R.
no tenía la fineza que necesitaría a lo largo de una temporada completa",
dice el coach de pitcheo de los Astros, Mel Wright. "La recta te hará pasar
por la liga una vez, pero no dos. Quiero decir, aun en 1973 estaba lanzando muy
duro, esforzándose demasiado, lanzando tres clases distintas de cambios— sin
lanzar ninguno de los tres correctamente. Y era posiblemente el peor fildeador
que jamás vi". Wright y el anterior coach de pitcheo, Hub Kittle,
hicieron de Richard su cachorro en perspectiva. Dibujaron líneas en el montículo
para detener su esfuerzo, le quitaron el voleo para disminuir la posibilidad de
desequilibrar ese enorme cuerpo, trabajaron en su forma y concentración y mejoraron
su fildeo.
Cualesquiera razones hubiera para su cautividad en las menores, Richard
llegó para bien a los Astros en el año 1975. La siguiente temporada, la primera
completa de Virdon, Richard quedó 20-15 con una efectividad de 2.75 y 218 ponchados
en 291 innings. Fue seguido por un año casi copia carbón de 18-12, 2.97 de
efectividad y 214 ponchados.
Enos Cabell, compañero y amigo de J. R. Richard con los Astros de Houston. Recordado por la afición venezolana de béisbol, cuando vino al país, titulándose campeón dos veces con los Tigres de Aragua, las temporadas de 1974-1975 y 1975-1976. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
El que Richard culpara al racismo por su tardía ascensión a las mayores no era ajeno a su carácter. Dice Cabell "es muy sensible a las condiciones raciales, ve al racismo cuando otros no lo ven. El otro día estábamos en una tienda y la señora dijo: ¿Puedo hacer algo por ustedes, muchachos? Creo que simplemente ese era su vocabulario, su forma de hablar. Pero Jay se puso loco y dijo "No soy un muchacho, soy un hombre"... Ella se confundió mucho, yo mismo me sentía bastante incómodo".
Richard explica: "Sí soy sensible al racismo. Sé que existe pero
todavía no lo puedo aceptar... Sí, puse en su sitio a esa señora —hey. Sé de
hecho que hay gente de los dos colores que me aprecian sólo por lo que soy.
Cuando regreso a Houston y los viejos muchachos vendrán y me dirán "¿Qué
pasa J. R. SuperestrelIa?".
"Luego me pedirán una ayuda —tipos que conocía cuando niños serán
los que hagan eso, también; tipos que dejan destruir sus vidas por las drogas o
la pereza. Les digo: "Si no pueden hacer algo por ustedes mismos. no
vengan a mí". Es enfermizo ver que esto pasa. Pero la gente está enferma.
Veinte años después de que me haya retirado, es muy probable que no pueda
encontrar un trabajo en Houston. Me olvidarán, me verán simplemente como a un
negro más".
Richard todavía está hablando lenta y deliberadamente, pero sus palabras
son ahora más reveladoras. Decido preguntarle de nuevo sobre el mercado de
agentes libres, diciéndole que él podría pedir una enormidad como uno de los mejores
pitchers del béisbol. Ahí cuando me sorprende. "¿Usted cree que lo soy?",
pregunta, mirándome directamente a la cara por primera vez. Digo que sin duda y
responde "Gracias". Entonces dice, "Tal vez yo estaba
poco equivocado antes. Claro que he pensado en ello. Me imagino que tendrán que
llegarme con unos 60.000 dólares para que me quedara aquí. Pero pensando en
eso, veo la presión —de que tengo que ser grande por el dinero— así que procuro
que no. Yo no estoy tan loco por el dinero. No lo estoy. No tengo carros, y joyas
y cosas. La felicidad me importa más que el dinero y las cosas. Paz en la
mente. Mi mujer y cinco muchachos, estar próximo a ellos. Todas estas cosas
tendrían que ver a "la hora de firmar un contrato". Veo a Reggie
Jackson. ¿Realmente es feliz? no sé si podría batear si no fuera feliz".
"Ya ahora, las presiones de ser J. R. Superestrella son duras. La gente hace demandas, tienes que entenderte con más gente. Otra pausa. "Yo creo que si consigo un contrato grande me mantendré aparte de avisos, apariciones y cosas como esas. Más gente, más presiones. ¿Quién necesita eso? Una pausa más larga. “Pero puedo soportar las presiones, porque me adapto a cualquier situación. Soy grande, macho, hablo bien. He hecho algunas películas".
El grupo recoge sus bártulos cuando el sol cae sobre el Astródomo.
Cabell se introduce en el carro de Richard y de regreso al Hotel, se aterroriza
por las carreras de Richard. "¡Me vuelves loco, hombre!", grita
cuando Richard voltea una esquina en dos ruedas.
Regresamos al béisbol y le pregunto sobre las acusaciones de que no es
lo suficiente duro con los bateadores débiles por falta de concentración. Su
humor se oscurece. "La gente que dice esas cosas, como los reporteros,
no saben de pitcheo, no conocen mis lanzamientos, mis sentimientos sobre
un juego. La única razón por la que acostumbraba tener problemas de
ritmo es porque era demasiado intenso y no pensaba en lo que debía estar
haciendo. Ahora me aparto y pienso en el bateador". "Sé cuando lo está
haciendo", dice Cabell: "Se jala la gorra desde el cuello a la
cabeza y luego se la encasqueta hacia abajo. Parece como si se estuviera
arrancando la cabeza.
"Hub Kittle me dijo que lo hiciera, meterme en una rutina cuando
pienso. Si, él me ayudó, y lo mismo Mel Wright. Me pasé un montón de tiempo
frente al espejo tratando de no parecer un muchacho grande y desgarbado. Fue entonces
cuando me di cuenta de lo feo que parecía. Me asustaba a mí mismo. Pero,
principalmente, mi desarrollo ha sido por mí. Me gusta mezclar mis velocidades,
ser un pitcher completo".
Ahora Richard está casi alegre mientras corretea por las calles de Houston.
En un semáforo baja la ventanilla y dice "¿Cómo están ustedes esta bella
tarde?" a una pareja de blancos adultos. Arranca picando cauchos en el
momento en que las luces cambian. Richard ríe. "Me encanta asustar a los
viejos vecinos de por aquí. Un tipo negro y grande baja la ventanilla y ellos piensan
que va a salir un rifle".
Sentado junto a él, pienso en los muchos cambios en un modo de ser que
hoy he visto. Pero, Richard tiene un raro don y la capacidad para aprender.
Tiene también tiempo para perder sus inseguridades. Casi que debe haberlas
perdido ya. Dos semanas después de haber lanzado aquellos seis pitcheos salvajes
contra los Dodgers —un récord hecho posible por una combinación de la increíble
deslizante de Richard y un joven catcher que nunca había actuado frente a él...
El momento para recordar llegaría en el sexto inning después de que Reggie
Smith conectara un sencillo, robado segunda e ido a tercera en un hit por Steve
Garvey, dejando a corredores en segunda y tercera con ningún out.
En el pasado, Richard se hubiera desmoronado ante esta situación, Esta
vez simplemente J. R. retrocedió y ponchó a Ron Cey, Dusty Baker y Rick Monday
para finalizar el inning. Sus deslizantes se enterraban tres pies más allá en
el polvo. Los historiadores futuros señalarán este momento como en el que Richard
se convenció tanto como cualquiera de su imbatibilidad. Y los Astros ya están
convencidos.
Mark Ribowsky
J. R. Richard muestra sonreído las 8 pelotas agarradas con su mano derecha. (Archivo; Hnos Dupouy Gómez).
J. R. Richard lanzó 3 campañas en la Liga Invernal de la República
Dominicana, los años 1972-1973, 1974-1975 y 1975-1976, con el equipo de las "Estrellas
Orientales", dejando récord de 17 victorias y 11 derrotas, con una
efectividad de 2.50, en 39 partidos, todos como abridor.
J. R. Richard fue uno de los seis lanzadores de la era moderna del
béisbol de las Grandes Ligas en tener dos temporadas consecutivas ponchando a
300 o más bateadores, las campañas de 1978 y 1979. Los otros lanzadores fueron:
Rube Waddell (1903-1904), Sandy Koufax (1965-1966), Nolan Ryan (1972-1974 y
1976-1977), Curt Schilling (1997-1998) y Randy Johnson (1998-2002).
Desde Venezuela, lamento el fallecimiento de este gran lanzador derecho,
J. R. Richard, que destacó en su época y que tuvo que retirarse del béisbol de
las Grandes Ligas tempranamente, cuando alcanzaba sus mejores años. Tuvo que
luchar contra la adversidad; no obstante, y a pesar de su truncada carrera, su
recuerdo queda presente entre nosotros como uno de los mejores pitchers y más
intimidantes de su época y del béisbol. Envío mis sentidas palabras de
condolencia a sus familiares y amigos. Paz a su alma.
Miguel Dupouy Gómez.
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