La expansión del juego de béisbol en Venezuela, tuvo
lugar en la década de 1920, durante el gobierno del Gral. Juan Vicente Gómez,
la época del buen béisbol criollo, fue la etapa que halagó el entusiasmo de
aquella nutrida fanaticada, que disfrutaba con emoción las jugadas de
magníficos peloteros venezolanos y extranjeros, con desplantes de poder, garra
y mística deportiva.
Al respecto, cabe destacar, que, como promoción para
sus productos, los fabricantes de cigarrillos iniciaron la curiosa y pintoresca
costumbre, de insertar dentro de las cajetillas de sus respectivas marquillas,
una pequeña fotografía conocidas con el nombre de “Barajitas”, en la cual
aparecía el rostro de los peloteros más populares de aquellos tiempos.
El año 1927, fue muy importante para el béisbol
venezolano. En 1927, se juega el primer campeonato organizado, eliminándose de
hecho las acostumbradas series de tres, cinco y siete juegos que pactaban los
equipos locales, donde el ganador se “pavoneaba” de campeón nacional.
Aparecen los primeros importados, se fundan las
entidades que dirigirían el béisbol y desarrollan sus actividades los conjuntos
tradicionales, como el “Royal Criollos” y el “Santa Marta” y los nuevos clubs,
“29 de Julio Militar”, “Triángulo”, “Maracay”, “Silver King”, y “Los Latinos”
entre otros.
Alrededor de esa época que comentamos, el entusiasmo
por el juego de pelota alcanzó alta emotividad.
¿Quién era fanático de quién? “Santa Marta”, “Royal
Criollos”, “Los Latinos”, “Maracay”, “29 de Julio Militar”.
Iban y venían nombres de los peloteros favoritos,
datos de todos los clubes, era el entusiasmo masivo que reflejaban bien el
desarrollo y popularidad del béisbol.
Algunos de esos hombres, pioneros animadores del gran
deporte americano, hoy con patente de pasatiempo nacional, han fallecido; sino
todos, la gran mayoría.
César Nieves, el bien llamado “la escoba criolla”, por
sus prestigiosas actuaciones alrededor de la segunda base. Sus notables jugadas
en esa posición aún se comentan con gran asiduidad, en los corrillos
beisboleros. Fue un verdadero puntal en la defensa de los colores de su divisa,
el glorioso “Royal Criollos”.
Al estadio iban los aficionados especialmente a verlos
en sus escamoteos prodigiosos y sensacionales, porque además de gran pelotero
tenía “imán”.
José Pérez, el “terrible” Pérez, primera base de “Los
Latinos” y primera base del año 1941 del team venezolano, que se tituló Campeón
Mundial Amateur, caído de manera trágica en un accidente aéreo en las
inmediaciones del aeropuerto de Barcelona, Estado Anzoátegui.
Mariano Bordón, “el ángel de los bosques”, el más
espectacular center fue el venezolano, Fermín Alvarado y Eduardo Llanos,
también jardinero del “Royal Criollos”.
Isaac Cardona, catcher del “Santa Marta” y los otros,
Guillermo Fung segunda base del “Magallanes” Ignacio Palacios, Nestico Sánchez,
“Chato” Rivera, “Chechón” Vegas, Lázaro Quezada y Juan “Camarón” Sosa, todos
importados.
Época de la pelota a toda hora, en los corrillos
callejeros, en la casa, en el Stadium de Caracas y difundido por radio en la
voz de Esteban Ballesté hasta la provincia venezolana.
Por esos mismos tiempos, hombres y mujeres de todas
las clases sociales y sobre todo, un impresionante porcentaje de niños, nos
ocupábamos de reunir las barajitas con fotos de peloteros, boxeadores y toreros
de moda, que venían dentro de las cajetillas de cigarrillos.
Los cigarrillos “Bandera Roja” y “Doble Águila”,
competían duramente en aras de mayor producción y venta para sus productos. De
pronto los fabricantes cigarreros, promovieron a través de la prensa local y
mediante atractivos anuncios, la inserción dentro de las cajetillas de sus
respectivas marquillas, una colección de pequeñas fotografías con el nombre de
baratijas, en las cuales aparecían los rostros de los peloteros más populares
de la época. Las barajitas traían impreso su orden numérico y el nombre del
jugador, para coleccionarlas con mayor facilidad, otras traían en la esquina
superior derecha la posición que defendía el pelotero.
La pasión taurina que nace al compás de la rivalidad
artística, entre los diestros venezolanos, Eleazar Sananes “Rubito” y Julio
Mendoza “Niño II”, también fue aprovechada al máximo por los fabricantes de
cigarrillos en la oportunidad en que lanzaron una novedosa colección de cuatro
barajitas, cada una con un lance de capa o pase de muleta distinto, una, de la
otra y que al unirlas se formaba un circulo en el cual aparecía la cara del
torero.
La reunión de estas barajitas tenían un premio, desde
dos, hasta cinco bolívares.
Las de Sananes y las de Mendoza, venían a todo color,
las de otros toreros venían en blanco y negro y el premio en bolívares era
menor.
Las mencionadas barajitas, resultaron un éxito
publicitario ya que todos los caraqueños se ocupaban de reunirlas y surgió la
costumbre de cambiar las repetidas por las que no se tenían en la colección de
cada cual.
Aprovechando ese auge o manía de los caraqueños por
coleccionar barajitas, impulsó a una empresa, (no recuerdo precisamente el
nombre), a editar un álbum, en el cual aparecía como personaje principal el
famoso boxeador argentino de la división de los pesos pesados, Luis Ángel
Firpo, apodado por su fortaleza física y por la contundencia de su pegada, “El
Toro de las Pampas”, quien combatió contra Jack Dempsey por el título mundial
de la categoría, el 14 de septiembre de 1923, en la ciudad de Nueva York.
Dempsey, ganador de la memorable pelea en el segundo
asalto, marcó en la báscula de pesaje 192 y ½ libras, mientras Luis Ángel
Firpo, acusaba, 216 y ½ libras.
El objetivo de los interesados consistía en llenar la
página del mencionado álbum, con los cuadraditos o barajitas que formarían la
pose pugilística de Luis Ángel Firpo.
El álbum era un obsequio de la firma patrocinante,
pero el sobre cerrado con una sola barajita, costaba 0,25. De la tal serie de
barajitas fue difícil encontrar el puño derecho enguantado de Firpo.
Jamás se supo de alguien que hubiera llenado totalmente,
la fotografía de Firpo, para obtener el prometido premio en metálico,
consistente en 500 bolívares.
Escrito por: Miguel Montefusco.
Revista
“Deportes”. Año 1980.